Y fue así que el cine buscaba la identidad nacional.
Año: 1936
Director: Fernando de Fuentes
Escritores: Basada en la novela de Rafael F. Muñoz, adaptada por Xavier Villaurrutia y Fernando de Fuentes
Fotografía: Gabriel Figueroa y Jack Draper
Música: Silvestre Revueltas
Actores: Antonio R. Fausto, Domingo Soler y Manuel Tamés
La historia sigue a un grupo de seis amigos guiados por Tiburcio Maya y conocidos como “Los Leones de San Pablo”, que en sus andanzas se unen al grupo armado de Pancho Villa durante la Revolución Mexicana. Uno a uno, los seis amigos van perdiendo la vida de forma heroica durante las distintas batallas, hasta que el grupo se ve reducido a líder Tiburcio y al más joven “El Becerrillo”, que lamentablemente muere a causa de la epidemia de sarampión que diezmó las tropas de Villa. Finalmente Tiburcio renuncia a seguir peleando para regresar a casa en el poblado de San Pablo.
El estreno de esta película se vio ensombrecido por el éxito de otra cinta del mismo director, Allá en el Rancho Grande, además del historial de fracaso financiero que arrastraba la producción. No fue sino hasta la década de los 60 y con el nacimiento de los cine clubs, que se revaloró, llegando a ser considerada un clásico del cine nacional.
Por otro lado, el gobierno de Lázaro Cárdenas buscaba reformar al país, así como otorgarle una profunda identidad nacional, tanto al interior como al exterior de la República, es así que el cine funcionaba como una perfecta herramienta de propaganda, gracias al Departamento Autónomo de Propaganda y Publicidad (DAPP), que regulaba las producciones cinematográficas.
Es en este contexto que se realiza y estrena Vámonos con Pancho Villa.
La búsqueda de una identidad se refleja perfectamente en la imagen del soldado mestizo que busca demostrar su hombría en la lucha por los ideales de la Revolución, englobados en el lema Tierra y Libertad, mismos valores promovidos por el gobierno Cardenista, por otro lado, las pocas mujeres que aparecen en la cinta son abnegadas y sumisas, apenas hacen un retrato somero de la figura de las famosas Adelitas, eso sí el tema musical Si Adelita se fuera con otro, está presente en varios momentos a lo largo de la película.
A propósito de la música, es un elemento clave que aporta dramatismo a la narrativa, los entreactos de la historia están acompañados por temas musicales como el mencionado Si Adelita se fuera con otro o La Cucaracha. Esta estrategia se convertiría en el sello del director explotado en cintas posteriores como el musical Allá en el Rancho Grande.
La cinematografía aún incipiente del técnico Gabriel Figueroa, ya daba trazas de su característico estilo que serviría para crear el imaginario nacional; grandes espacios abiertos, elementos típicos como nopaleras, magueyes, marcados claroscuros, contra picadas para acentuar la grandeza de un personaje o el uso del zoom in para incrementar el dramatismo de una escena, elementos también presentes en esta película.
La dirección de actores y las actuaciones contrastan notablemente contra las producciones de la época e incluso posteriores, en este caso son contenidas y naturales, alejadas de la teatralidad y exageración.
Destacan los momentos entre batallas en los que el director aprovecha para hacer coloridos retratos del mexicano de la época que se caracterizaba por su vivacidad, camaradería y superstición.
En algunas escenas y personajes podemos rastrear la inspiración de los autores, por ejemplo el personaje de Panzón hace una clara referencia al Sancho Panza de Cervantes, la escena en la cantina parece retomada de otra película mexicana del 1933 La Mujer del Puerto de Arcady Boytler y Rafael J. Sevilla y los trece hombres sentados a la mesa, es claramente motivada por pasajes del Nuevo Testamento.
Por otro lado la película también pudo servir de inspiración para otras cintas posteriores como Doce Hombres en Pugna de Sidney Lumet o Senderos de Gloria de Stanley Kubrick.
